Antes de que George W. Bush padre e hijo soñaran con ser presidentes de EE.UU., la ex primera dama se enfrentó a una dura prueba que marcó para siempre el destino de su familia.
Bárbara Bush murió este martes producto de una larga enfermedad terminal de la cual era consciente y a la cual no le temía según aseguró en una entrevista que dio en 2013.
Sin embargo, la sentencia de muerte que le produjo su enfermedad no fue la única que tuvo que enfrentar quien fuera llamada como ‘el arma secreta’ de su esposo George W. Bush durante su estancia en la Casa Blanca.
En 1953, tiempo después de que la familia Bush se trasladara a Miland, Texas, en donde se encontraron con una nueva vida en el negocio del petróleo, Barbara Bush y su esposo notaron que Robin, la única niña de sus tres hijos, empezó a sufrir de cansancio.
Antes de eso el mayor de los hermanos George W. Bush, Pauline Robinson y el menor de la familia Jeb se comportaban como cualquier niño de sus edades, pero todo cambió cuando la ex primera dama llevó a la niña al pediatra y escuchó una palabra que jamás en su vida había escuchado, Leucemia.
El doctor explicó a los padres de la niña el diagnóstico y recomendó que llevaran a Robin a su casa para darle mucho amor hasta que llegara la enfermedad acabara con su vida, según reseña The Whashington Post
«Su consejo era no decirle nada a nadie, ir a casa, olvidar que Robin estaba enferma, hacerla sentir lo más cómoda posible, amarla y dejarla irse», escribió Bush en su libro de memorias de 1994. «Ella dijo que esto pasaría muy rápido».
Pero los Bush contaban con el dinero suficiente para intentar salvar a su pequeña por lo que un día después de escuchar la sentencia de muerte de la niña tomaron un vuelo a New York en donde visitaron a un tío de Barbara que trabajaba como médico del centro oncológico Sloan Kettering, cuando para entonces el cáncer era apenas un tabú.
Después de siete meses de estudios, transfusiones de sangre y exámenes en la médula ósea, la pequeña Robin murió acompañada por sus padres en la habitación. «Por última vez la peiné y pude abrazar a nuestra preciosa niña», se lee en las memorias que Barbara escribió años más tarde.
La muerte de Robin unió a la familia al punto que George W. Bush hijo dejó de jugar con sus amigos por estar al cuidado de su devastada madre.
«Un día … escuchó a su hijo decirle a un amigo que no podía salir porque tenía que jugar con su madre, que estaba sola. ‘Estaba pensando, -Bueno, estoy allí para él, -Pero la verdad es que estaba allí para ayudarme», recordó una periodista en una entrevista que le hizo a la ex primera dama.
Los Bush tuvieron tres hijos más, entre ellos una niña a la que llamaron Dorothy.
Después de que los médicos estudiaran el cadáver de Robin, la familia Bush le dio santa sepultura en un complot familiar en Greenwich, Connecticut. Años más tarde sus restos fueron trasladados al mausoleo de la librería George H.W. en el College Station en Texas, en donde Barbara Bush tendrá descanso eterno junto a su hija.