
Pero, detrás de cada selfie hay mucho más que la recordación de un instante especial, tampoco se trata de posar por posar, así no más. De acuerdo con una investigación realizada por la Universidad de Toronto, y publicada en Social Psychological and Personality Science, los autorretratos pueden revelar más de lo que se piensa. Descúbrelo:
Aquellos que han hecho habitual las selfies en su vida se les considera bastante narcisistas y vanidosos al tener una percepción sobrevalorada de su atractivo físico. Aparentemente, no hay una pelea interna de autoestima, al contrario, se gustan tal y como son, pero sienten que deben demostrárselo al mundo con cada imagen.
Según el estudio psicológico, una selfie puede constituir un mecanismo de autoafirmación, lejana a un «Ay, pero… ¡Qué bella soy!» Como tal, la exposición en exceso de la vida privada revela soledad y baja autoestima, pero sobre todo una necesidad desmedida por aprobación social.
Por algo existen más jóvenes que se toman este tipo de fotografías, según revela el informe. Lo mismo ocurre con las mujeres, pues necesitan constantemente recibir validación y retroalimentación de su físico.
Muchas son las mujeres que han recurrido a las redes sociales para seducir sacando la lengua, mandando besos, alzando una ceja para parecer más interesantes, colocando la famosa duck face o trompa de pato, o la popular boca de pez.
Lejos de ser algo divertido o simplemente vanidoso, el estudio también arroja que una selfie estaría asociada a un trastorno antisocial de la personalidad. Quienes aparentan estar felices con ellos mismos realmente esconden a través de una imagen un cuadro depresivo y diversos complejos de inferioridad.
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