
Sinopsis
Verdad oculta narra la historia de la coronel Diana Manrique, quien después de infiltrarse y capturar al temido narcotraficante Don Mario quiere hacer una pausa para recuperar su matrimonio.
Pero su jefe, el general Tapias, le encomendará desmantelar las bandas criminales que han entrado en guerra, para heredar el control del territorio que dejó Don Mario.
Diana no solo se enfrentará a los criminales más peligrosos, sino que trabajará con el Mayor Raúl Ceballos, quien fue su novio en los años de la academia, un amor que no ha podido olvidar.
De carácter fuerte, una mujer con templanza y arrojo, que se involucra en las misiones del comando hasta la médula, razón por la que le resulta difícil separar el trabajo de su vida privada.
Diana se identifica con las víctimas, las sufre y liberarlas del conflicto es su razón prioritaria. Por este compromiso desmedido, su vida ha quedado relegada.
Jorge, su esposo, resiente sus constantes ausencias y la maternidad, que en algún momento encabezaba la lista de sus pendientes, se ha ido desplazando entre las diferentes caras que Diana tiene que perseguir a diario.
Raúl es un hombre pasional, solo emociones desbocadas y muy poca por decir que nula cabeza fría. Por esta razón es poco ortodoxo a la hora de ejercer su profesión y privilegia la misión sobre el protocolo.
Este carácter visceral le genera grandes conflictos con la institución, pues sus impulsos terminan poniendo en riesgo a sus compañeros.
Alegre, extrovertida, franca, rayando en la crudeza. Escéptica hasta los tuétanos, solo cree en lo que se puede comprobar: Las estadísticas, el número de capturas, los años de servicio. Se declara orgullosamente agnóstica. Su talón de aquiles es el amor.
Aunque Irma se asume como una mujer liberal, que puede estar hoy con uno y mañana con otro, en el fondo hay una imposibilidad para lograr relaciones serias y una soledad que no disfruta tanto como aparenta.
En sus acciones como policía hay una buena dosis de vanidad y ambición. Quiere llegar más lejos, ser reconocido y ganar estatus. Es impulsivo, trabaja por los premios y por esto le frustra tanto que el Congreso de la República le niegue el ascenso a general.
Sepúlveda no ha arriesgado la vida por treinta años para quedar estancado como un Coronel que mañana será olvidado; él desea llegar a lo más alto de la cúpula; quiere dirigir la policía, dar entrevistas, almorzar con el presidente, pasar a la historia.
Conservadora en los métodos y liberal en el pensamiento. Es noble, sincera, madre de familia, abuela, acostumbrada al trabajo de oficina.
Es la voz de la experiencia. Su conflicto: Debe obedecer al teniente Julián, un jovencito soberbio, que al principio no la valora y la obliga a trabajar más de la cuenta.
Es el fiel representante de la generación millenial, principalmente en el aspecto tecnológico; es un geek, un genio de la informática; no en vano es el jefe de analistas en el Comando.
Desprecia los viejos métodos de investigación y por eso sus constantes enfrentamientos con Cecilia, a quien considera una policía desactualizada.
Por su conocimiento y seguridad a veces peca por arrogante, en parte porque le cuesta aceptar que sus subalternos tienen mucho por enseñar y en parte porque teme mostrarse como un jefe vulnerable.
Sandra es de esas policías que no pasan desapercibidas. Una mujer atractiva, de carácter firme y un profundo gusto por la adrenalina, razón por la que pasa gran parte de su tiempo subida en una moto; el mismo medio de trasporte en el que se mueve con
habilidad en sus infiltraciones.
Yéison es el agente más joven del comando, un hombre de buenos sentimientos, cuya nobleza se convierte en su punto de conflicto cada vez que asume infiltraciones.
Su convivencia con sicarios y la cercanía con la crudeza de la guerra empiezan a desestabilizarlo.
El agente inicia un camino de descenso silencioso, todo lo que ha visto y ha vivido se le convierte en una serie de fantasmas que intenta ocultar ante sus compañeros del comando.
Un hombre recto y un policía ejemplar. Líder nato y gran estratega militar, con una visión ortodoxa y moderna, que le permite poner a Diana, una mujer, como la comandante de la misión más importante de la institución: El desmantelamiento del Clan del Norte y como su mano derecha a Raúl, un policía rebelde y apasionado.
Si bien es bastante exigente como comandante, defiende el trabajo de su equipo y valora el esfuerzo que hacen los hombres y mujeres que trabajan para la institución; por eso castiga con severidad los errores.
Impulsivo e irracional, desde muy niño optó por delinquir para tener las cosas que su familia de campesinos no le podía ofrecer.
Terminó ingresando a la guerrilla, más por supervivencia que por convicción y se llevó con él a su hermano Uriel que le siguió sus pasos.
Sin embargo, su ambición siempre fue mayor. No le gusta ser el perro faldero de nadie. Por eso encontró eco en su hermano Uriel cada vez que eligieron cambiar de bando.
Es un hombre con una estricta formación militar, curtido en mil guerras cuyo único objetivo en la vida es el poder. Sin banderas ni ideales, no tuvo reparos cuando abandonó la guerrilla a la que llegó como un campesino humilde, para irse a combatir al lado de los paramilitares.
Esa capacidad para pensar la guerra con cabeza fría, sin miramientos, unida a sus grandes dotes de estratega, lo llevan a fundar el Clan del Norte: la organización criminal más grande y poderosa del país que él mismo lidera, gracias a su falta de escrúpulos y a una crueldad sin límites, que lo hacen temible.
Es un ex guerrillero traumatizado por la guerra, que funge como jefe militar del Clan del Norte. De sangre fría, obedece sin cuestionar;; con la misma diligencia corta una flor o ejecuta una masacre si así se lo exigen sus jefes de guerra.
Es leal a Uriel hasta la médula, pues son ya muchos años combatiendo juntos. Sufre de leishmaniasis, enfermedad que se convierte en su Talón de Aquiles, ya que lo vuelve vulnerable frente a las autoridades.
A diferencia de otros gatilleros del Clan, Alambres no destaca tanto por su eficiencia militar como por su sagacidad.
Esa lucidez para abandonar un barco que se está hundiendo, cambiarse de bando o incluso, traicionar y vender a unos patrones en el momento preciso, es lo que le ha permitido ascender en su carrera criminal.
LOS RASTREROS en Verdad oculta son:
Narco-paramilitar, líder de los Rastreros. Su terquedad, su impulsividad y su soberbia le permitieron ascender en la cadena de mando, al punto de ser nombrado el heredero del poder de Don Mario, cuando este cae preso.
Sin embargo, esos mismos rasgos se convierten también en su condena, al ser incapaz de sellar una paz y una alianza con los Zurria.
Fabio es el hijo de Alcides, el líder de los Rastreros, enemigos de los hermanos Zurria en la guerra por el control del Urabá, tras la caída de Don Mario.
Estudiado en el extranjero y graduado en derecho en una prestigiosa universidad, tiene una visión más moderna y gerencial del negocio. Cauto, metódico y práctico, aboga más por una alianza empresarial con los Zurria que por una guerra. Palabras que a su padre, narco de la “vieja guardia” no le gustan para nada.
Es una mujer esbelta, llamativa, que le gusta cuidar e invertir en su cuerpo y apariencia, pues sabe el valor que tiene en el mundo de narcotraficantes en el que se mueve.
Orgullosa del camino que eligió en su vida, no duda en erigirse como ejemplo ante las jovencitas que recluta como “prepagos”, en las mismas comunas de Medellín donde ella creció en la más absoluta pobreza. Práctica, considera que el fin (el dinero) justifica todos los medios.
Tras la muerte de su madre, Zully asumió el rol materno en la casa, por esto estudia, trabaja, llama al orden a su hermana Jazmín y está pendiente de Horacio, su padre.
Es una muchachita frentera, a quien la violencia en la que creció le endureció el cuero y le dio el temple necesario para enfrentársele a los cobradores de vacunas, los narcotraficantes que cazan muchachitas y al mismísimo Uriel Zurria, el criminal más temido de las comunas.
Es una mujer ruda, tosca. Es directa a la hora de ejecutar sus trabajos y aunque en su cuerpo hay marcas de guerra, en ella no hay culpas ni miedo.