Uno de los mitos más comunes sobre los gatos es la idea de que siempre caen de pie, pero dentro de esta creencia hay parte realidad y parte ficción.
Y tal premisa se ha vuelto común dentro de un sinfín de generaciones al ser replicada entre familiares, amigos y obras del cine y la televisión. A esta capacidad de reacción se le conoce como “reflejo de gato” y además de creernos la historia, usamos la frase para referirnos a alguien cuyos reflejos son buenos.
Pero la verdad es que mucho de ese “reflejo de gato” que poseen los felinos se debe al hecho de tener unas patas estiradas y otras encogidas. Tal diferencia entre sus juegos de pares, hace que el animal pueda girar hasta ponerse de cara al suelo, es decir, de pie.
Adicionalmente, están otros detalles de la anatomía, como lo son sus 244 huesos, una espina dorsal flexible y una envidiable masa muscular.
Sin embargo, tales dotes no hacen posible que el gato siempre caiga de pie como dicen popularmente y BBC explica brevemente por qué.
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