Lo que a ojos del mundo parece el método definitivo para cuidar nuestros datos, puede que no sea tan definitivo.
Y no es para sorprenderse, porque conforme avanza la seguridad, los cibercriminales también lo hacen. Es como dice Craig Federighi de Apple, es una carrera sin fin en donde lo mejor es trabajar duro para estar siempre un paso delante de los amantes de lo ajeno… Y concuerdo con él. Prácticamente nada es impenetrable, solo hace falta tiempo.
Es por ello que hoy te mostramos dos formas reales, posibles y hasta cómicamente fáciles de ejecutar por alguien que desee entrar a tus archivos.
¿Qué es lo primero que necesita el intruso en cuestión?: Tú huella.
Limitar el acceso por detección de huella puede darnos la sensación de que estamos poniendo una barrera de protección indestructible, puesto que es un detalle único en todos los seres humanos y, aunque lo sea, aún resulta insuficiente para cuidar la principal puerta de entrada de nuestro Smartphone, tal como muestra el experimento llevado a cabo por la Universidad De Michigan.
Y Suponiendo que obtengan mi huella, ¿qué más necesita?: Imprimirla
Pero no desesperes. La impresión debe hacerse con tinta conductiva y ¡Voilá!, estarás a merced de aquel que se haya hecho con tu impresión dactilar.
Acá el experimento:
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¿Todavía crees que resulta muy difícil, o que requiere de mucho tiempo e interacción entre el criminal y la víctima?, también hay quienes lo lograron con el juguete más simple del mundo: Plastilina.
Visto esto, queda claro que el problema seguramente no esté en tu huella, sino más bien en los sensores implementados por las marcas hasta el momento. Por lo que te recomiendo, migres a una opción más antigua como lo son el patrón de cuatro dígitos de iPhone o el código alfanumérico de Android. No son tan “cool” ni “futuristas” como el sensor, pero podrían salvarte de pasar un mal rato.