La fama para algunos es felicidad, para otros es confusión y desolación. Sobrellevarla es complicado y Esmeralda Pimentel da fe de ello
Algunas veces ves a los actores en la cúspide de su carrera y otras en bancarrota. Vivir lo último fue tan duro para Pimentel que cayó en adicciones y estuvo a punto de quitarse la vida.
Fue durante una conversación en el podcast de su colega Marimar Vega y Efrén Martínez titulado El Rincón de los Errores, que Esmeralda habló por primera vez de su oscuro pasado.
“He pasado por momentos muy luminosos y por otros bien darks, las drogas, intentar suicidarme, el abuso, también he recibido muchísimo amor. Me considero una persona sumamente afortunada, pero creo que la respuesta es aprender a pedir ayuda”, explicó la actriz.
Pero… ¿Qué la llevó a tomar esas oscuras decisiones?
La protagonista de El Conde: Amor y Pasión, explicó que no tener dinero y estar sumergida en una relación tóxica, la impulsaron a tomar decisiones erradas en su vida.
“La época en la que contacté con las drogas, con las adicciones, porque fue una época muy oscura. Hubo un momento en el que me quedé en cero económicamente, estaba muy mal, sumida en mucha oscuridad, en una relación muy tóxica también”, declaró.
“Lo dejé porque ya no había dinero, porque ya me estaba afectando mucho, ya no podía grabar, por ejemplo. Sí, también soy muy tajante o todo o nada, ni siquiera fue gradual, después de esa ceremonia ya no volví a tocar las drogas”, reiteró.
La decisión de eliminar las drogas de su vida
Todo no ha sido negativo, Esmeralda también tuvo la fortaleza de alejarse del mundo oscuro y volver a florecer.
“Hubo un terapeuta que me dijo: ‘¿Cuál es tu necesidad de las drogas?’ y yo le dije: ‘Quiero conectar y sentir’, porque yo sentía que conectaba con lo divino a través de las drogas y él me dijo: ‘¿Quieres conectar con lo divino? Ven a mi casa tal día y vamos a hacer una ceremonia de tambor’”, relató.
Afortunadamente, ese ritual provocó un cambio en Esmerala que marcó un antes y después para la actriz y con el que finalmente, pudo dejar las drogas.
“Durante toda la noche, únicamente en los descansos tomabas café y agua. Gracias a esa ceremonia de tambor, supe que yo tenía la posibilidad de sentir físicamente todo este tipo de sensaciones y de contactar con lo divino sin meterme nada. Empezó siendo de vamos a probar y de pronto sentía mucha libertad, mucha falsa libertad”, narró.