El periodista más arriesgado del planeta rompió todas las reglas de salud dictadas por la OMS para hacer la primera y única entrevista al coronavirus, causante de la Covid-19, detalles a continuación.
Reuben Morales
Iba en un bus tarde en la noche. Estaba vacío, yo tenía sueño y, de repente, escucho que me empiezan a sisear: “¡Psssst!… ¡Epa!… Siéntate aquí”. Volteé hacia una silla, pero no veía nada. Sin embargo, seguí escuchando esa voz: “¡Epa!… ¡Aquí abajo!… Soy yo… el Coronavirus… Ven pa’ contagiarte”. A lo que le respondí: “Ya va, ya va… la cosa no es así, papá… charlemos primero… enamórame, vale”. Entonces el Coronavirus le bajó dos, me senté a su lado y empezamos a hablar:
REUBEN: ¡Pero mira, es verdad!… Sí estas recubierto de puyitas por todos lados.
CORONAVIRUS: Claro, brother, demasiada inseguridad en la calle.
R: ¿Y sí vienes de China, como dicen?
C: Claro, papá. Sabes que todo lo famoso es “Made In China”.
R: ¿Y cómo fue que te hicieron en el mercado ése de Wuhan?
C: Bueno, loco, ¿tú has ido a un restaurante chino y has visto el percudido que el mesonero siempre tiene en el cuello de la camisa?
R: Sí.
C: ¿Y le has visto la mugrecita que siempre tiene debajo de la uña larga del dedo meñique?
R: Sí.
C: Y cuando vas a un supermercado chino, ¿tú has visto el pegoste ése que siempre queda en la correa que acerca los productos hacia la caja registradora?
R: Sí… ¿y eso qué tiene que ver?
C: Bueno… combinas esos 3 y ¡taráááán!… salgo yo.
R: ¿Y por qué estás contagiando a todo el mundo?
C: Bueno, porque vine con una misión: unir a las familias.
R: ¡Claro!… juntarlos a todos en casa por varias semanas para que se unan y compartan.
C: ¡No, vale! Es que gracias a mí el pánico es tal, que ahora ni el más infiel de los hombres quiere tocar a su amante. Y, bueno, las mujeres tampoco andan buscando fiesta porque con el tema de evitar tocarse la cara, ya ninguna se quiere maquillar.
R: Pareces creado por la Iglesia Católica.
C: ¡Ya va, tampoco así, vale! Mira que yo no quiero contagiar a mujeres como Mia Khalifa o Megan Fox.
R: ¿Por qué?
C: Bueno, porque mi molécula no sobrevive en altas temperaturas y ellas son chicas muy ardientes.
R: ¿Y a quién sí quisieras contagiar?
C: En verdad a nadie, pero de momento estoy contento con mi labor anticonceptiva.
R: ¿Anticonceptiva?… Pero ya va… los amantes no necesariamente salen embarazados.
C: ¡No, es que no lo digo por ellos! La cosa es que, gracias a mí, bajará la cantidad de embarazos adolescentes, pues logré ponerles tapabocas a todos los reguetoneros.
R: Y a suspenderles los conciertos.
C: Y gracias a mí, también se terminará la fama de muchos políticos socialistas de Latinoamérica.
R: ¿Qué?… ¿Ya contagiaste a algunos presidentes?
C: Ojalá… No, la cosa es que ya no van a poder hacer propaganda política, porque si gritas sus apellidos, terminas botando un poco de saliva.
R: ¿Cómo es eso?
C: Mira, grita duro: “¡Chávez vive!”.
R: ¡Chávez vive!
C: ¿Viste el poco ‘e saliva que botaste? Pasa igual con ¡Fernández!, ¡Kirchner! y ¡Petro!
R: Tienes razón. No, vale… ¿quién lo iba a decir? Ya hasta me caes bien.
C: Primera persona que lo dice. Bueno, vale, hagamos algo. Te puedes ir tranquilo. No te voy a contagiar.
R: Oye, pana, en verdad te lo agradezco. ¡Venga, pues!… ¡choca esos cinco!
(Ambos chocamos los cinco, pero luego pasó algo…)
C: ¡Al fin tengo un amigo!
R: Bueno, sí… la cosa es que ahora hay un problema.
C: ¿Qué pasó?
REUBEN: ¡Que tuvimos contacto directo y acabo de recordar que no me lavo las manos desde esta mañana!
C: ¿¿Qué??… ¿Tú estás loco, vale?… ¡Seguro me contagiaste!… ¡Quítate!… ¡Tengo que ir al hospital!… ¡Ambulanciaaaaaaa!
Y así fue como el Coronavirus se lanzó por la ventana del autobús. Más nunca lo volví a ver, pero sí me dejó una lección imborrable sobre la amistad y solidaridad que debemos tener en estos tiempos. Por esa razón… muchos besitos para todos.